¡ey! y mis deseos.

Ves a tu alrededor como se cumplen los deseos de los que te rodean. Ellos son felices, y tú piensas, yo seré el siguiente. Mis deseos vendrán después de los suyos y yo también seré feliz. Pero el timpo pasa. La felicidad de los demás te rodea y te ahoga. Te alegras por ello, pero... ¡ey! Aún faltan por cumplirse tus deseos. Esperas, cada vez más impaciente, mientras te das cuenta de que las sonrisas de los demás ya no son suficiente para sacar la tuya propia. Y finalmente piensas que quizás eso sea todo. Que quizás alguién se olvidó de ti y no importa cuanto lo desees o cuanto te haga falta, porque tus deseos no se cumplirán nunca. Asique te conformas con sentarte y mirar la felicidad de otros.